9 de diciembre de 2009

Carta para mis alumnos

Carta para mis alumnos

Estimado (a) alumno (a):

Quizá parezca cursi a tus ojos o un texto bastante tonto y fuera de lugar. Pero hoy te pido te tomes unos minutos para leer este mensaje. Antes de irme, quiero decirte que, eres la razón de mi trabajo. Le das sentido a mi quehacer diario. No me creo más que tú, pero merezco tu respeto, de la misma manera que cualquier ser humano del planeta.

No te regaño ni te llamo la atención porque te odie, ni porque me caigas mal o te traiga de encargo, sino porque me importas y quiero que seas mejor, no me gusta ver como puedes perderte en la inmensidad de un mundo cruel, complejo y que está a la espera de destruirte si no tienes las herramientas que toda persona debe poseer para sobrevivir hoy en día.

Mi trabajo es hacer de ti una persona buena, útil y responsable, entre muchas cosas más que no terminaría de describir. Puedo desvelarme hoy, mañana y pasado con tal de prepararme para brindarte una mejor preparación, pero quizá tú no te das cuenta de ello, tal vez la escuela no te importe, tal vez pienses que no me importas, pero con el tiempo te darás cuenta que los problemas crecen a la par que nosotros, y es triste cuando no sabes cómo resolver un problema y nadie está ahí para ayudarte…

Quiero cambiar tu futuro en el presente y evitar que seas una persona conformista y mediocre, estoy contigo por un lapso de tiempo bastante corto, y sé que no puedo hacer mucho para cambiarte y que no hago milagros, como resolverte la vida, pero si puedo depositar un grano de arena, y algún día, al menos espero que así sea, lo reconozcas.

Te reitero que quiero dejar huella (o una huellita) en tu vida y poner mi granito de arena para que seas grande y mejor persona cada día, que seas un(a) buen(a) mexicano(a) y sentirme orgulloso de ti al ver tus logros, cuando pasados los años el destino quiera que nos encontremos.

Tal vez, más de uno (a) tirará esta hoja a la basura, quizá después de cinco minutos estará rodando por el piso, lo sé, y no lo puedo evitar, tampoco te puedo regañar, porque al fin y al cabo cada quien va forjando su destino, si hoy me escuchas, de corazón te lo agradezco, si no lo haces, también.

Sé que mientras leen esto algunos (as) estarán riendo para sus adentros, espero equivocarme. No tengo más que decir, solo que te agradezco, alumno (a), que seas como eres porque me enseñas demasiado, pero eso no significa que quiero que sigas siendo así, como lo dije antes, deseo verte superado (a), que dejes atrás los malos vicios de la sociedad, que no te dejes llevar por un mundo embustero, cruel, despiadado e injusto, porque los errores se pagan caros, muy caros.


Sinceramente...

Tu maestro: Miguel Ángel García Pérez. El poeta de las alas caídas.