20 de febrero de 2010

Capítulo III Luis Pasteur ¡Los microbios son un peligro!

Luis Pasteur nació en 1822 en un pueblo situado entre las montañas del este de Francia, fue hijo de un curtidor de Arbois y bisnieto de un siervo del conde de Udressier. Su padre era un antiguo sargento de los ejércitos de Napoleón. Ingresó al colegio de Arbois, donde siendo el más joven del mismo, por su perseverancia logró ser monitor, quería instruir a los demás, aspiraba a tener autoridad sobre ellos. Después en la Escuela Normal de París gustó de la ciencia química. Así pues inició estudios independientes con el ácido tartárico, donde dio a luz su primer descubrimiento dando a saber que había cuatro clases de dicho compuesto.
Con ello fue nombrado profesor de la Universidad de Estrasburgo, lugar que le permitió "conocer" a la hija del decano de la facultad con quien contrajo matrimonio. Después profesor y decano de la facultad de Ciencias de Lille. Ahí se solicitó ayuda en una destiladora, pues había problemas con la fermentación, y con ello descubrió que las levaduras existentes en los líquidos azucarados daban origen al alcohol a través de la fermentación y también que existían unos bastoncitos que transformaban el producto en ácido láctico, por lo que sugirió que evitaran el paso de los bastoncitos en las cubas. Pasteur era poco modesto y hacía alarde de sus descubrimientos.
Era un hombre que creía en sí mismo, en lo que de antemano concluía, pero sin expresarlo, ya que primero experimentaba para corroborar y ufanarse de su intelecto. Tenía su cultivo de microbios, notando que aunque dejase sólo uno al otro día habían invadido todo el recipiente.
Se ganó enemigos por su insolencia y forma de retar a todos aquellos que a sus ojos estaban equivocados, como los que seguían creyendo en la Generación espontánea, haciendo uso de la creatividad para demostrar la falsedad de la teoría antes citada. A su lado estaba un ejercito de ayudantes que elaboraban los instrumentos que solicitaba, los hacia trabajar incansablemente, así como él lo hacía, pues se abstraía en su laboratorio olvidándose de lo que sucedía a su alrededor, excepto cuando llegaba a lo que quería, salía y lo publicaba o platicaba a quien encontrara, de hecho realizaba conferencias en los lugares donde vivía y ante respetables estudiosos, con el fin de hacer llegar sus conocimientos a la mayor cantidad de personas, aunque también hay que reconocer que le gustaba la fama. Era sagaz.
Descubrió que los microbios eran los causantes de la putrefacción de la carne, con lo cual conscientizó a la sociedad sobre la importancia de estos seres vivos, ya que sin ellos, diversas funciones, como la fermentación o el ciclo de la materia no estaría completo.
Otro importante hecho que es necesario mencionar es cuando descubre que para evitar que el vino se echase a perder como estaba sucediendo en la fábrica era necesario calentar por un pequeño lapso de tiempo, matando así a aquellos bichejos que impedían conservar en buen estado el vino, es pues, lo que se conoce como pasteurización, descubrimiento, cuya importancia radica en los usos que se le dan actualmente, el más conocido, el de la leche, y con dicho proceso se eliminan agentes patógenos que pudieran afectar la higiene del producto, y por ende la salud de los seres humanos.
Venció a todo aquel que se opusiera a sus conclusiones, como cuando demostró a Frémy que los microbios procedían del exterior y no aparecían de la nada, dando fin a la generación espontánea.
En definitiva, Pasteur es uno más que aporta a la humanidad conocimientos sobre los microbios, dejándoles claro que pueden ser la causa de diversas enfermedades, y en efecto lo son, de ahí que las investigaciones busquen contrarrestar estos problemas, con el fin de mejorar la calidad de vida.











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