Tomemos a los pingüinos como ejemplo. En respuesta al ambiente extremo en el cual viven los pingüinos, estos pájaros con aletas y que no vuelan, proveen un sorprendente ejemplo de las adaptaciones evolutivas múltiples.
Hay 17 especies de pingüinos y todas viven al sur del ecuador. El género Pygoscelis, que proviene del griego y quiere decir "pierna de codo", consiste en tres especies encontradas en islas cerca de la tierra continental Antártica: los pingüinos Adelie (P. adeliae), Chinstrap (P. antarctica), y Gentoo (P. papua).
Uno de los desafíos más difíciles para los pingüinos es mantener la temperatura de su cuerpo en las extremadamente variadas condiciones sobre la tierra, donde viven y se procrean, y en el agua helada del Antártico, donde se alimentan. Como otros pájaros, los pingüinos son homeotérmicos y mantienen una temperatura corporal relativamente estable entre 35º y 41º C. Sin embargo, al contrario que otros muchos pájaros, los pingüinos hacen esto en un clima donde la temperatura marítima se acerca a -2°C y la temperatura del aire puede ir de 0°C a un gélido -60°C. Mientras que el metabolismo y la actividad muscular generan calor corporal interno, los pingüinos tienen unas adaptaciones únicas externas que les ayudan a conservar este calor. Para evitar la pérdida de calor, están aislados por una gruesa capa de gordura, o grasa, debajo de la piel. Esto les ayuda a mantener el calor, como a las ballenas, focas y otros grandes animales de aguas frías. Además, los cuerpos de los pingüinos están cubiertos de una capa de plumas más densa que en cualquier otro pájaro. La base de sus plumas también es felpuda para atrapar aire y tener un mejor aislamiento. Además, los pingüinos han desarrollado comportamientos para mantener sus plumas en muy buenas condiciones para que los aísle del frío, del viento y el agua. Se aíslan contra el agua al acicalarse con especiales secreciones de aceite de la glándula uropigial en la base de su cola y otras áreas de su cuerpo.
Los pingüinos tienen otras adaptaciones que les ayudan a controlar la temperatura. Un elaborado sistema circulatorio les permite retener y disipar el calor fácilmente. Las arterias y las venas de sus extremidades están situadas muy cerca, de tal manera que pueden intercambiar calor. Esto se llama un sistema de intercambio de calor "a contra corriente" que refleja el flujo que va-y-viene de la sangre y el corazón. De esta manera, la temperatura de la sangre que fluye de las aletas y las piernas al tronco aumenta, debido a que recorre venas que llevan sangre ya calentada a las extremidades. Los pingüinos también pueden aumentar el flujo de sangre que llega a sus aletas para poder enfriarse cuando es necesario. Esto es importante, ya que no todos los pingüinos viven en un clima frío todo el año. Los pingüinos de las islas Galápagos (Spheniscus mendiculus), por ejemplo, viven cerca del Ecuador donde hace bastante calor.
Hay varias adaptaciones de comportamiento que los pingüinos usan en su constante esfuerzo para mantener una temperatura corporal estable. Tiemblan para aumentar la producción de calor metabólico, jadean y exponen sus patas para deshacerse del exceso de calor (sus patas son la única parte del cuerpo que no está cubierta de plumas aislantes). Algunas especies también buscan cobijo debajo de rocas para evitar las temperaturas extremas, una maniobra lógica y simple cuando es posible. Por naturaleza, los pingüinos son territoriales; sin embargo, el pingüino Emperador (Aptenodytes forsteri) ha desarrollado el comportamiento social de amontonarse para compartir el calor corporal en las condiciones más duras de la tierra firme de Antártica (donde han sido observadas temperaturas debajo de -60°C y la fuerza de ventoleras puede acercarse a 200 o 300 km/hr).
Otro ejemplo es la resistencia contra los antibióticos. El empleo de los antibióticos selecciona bacterias insensibles al fármaco. Una vez mas un carácter genético raro sin ninguna ventaja adaptativa se convierte en un carácter favorable por la presencia de un factor en el medio ambiente (en este caso los antibióticos). Cuando se exponen bacterias a un antibiótico, las bacterias sensibles al fármaco mueren, pero las que muestran cierta insensibilidad sobreviven y crecen produciendo poblaciones donde se incrementa la probabilidad de encontrar bacterias con mayores grados de resistencia. Las bacterias resistentes eludirán el efecto del fármaco con mayor éxito y así sucesivamente hasta llegar al momento que predominen sobre las otras. Mecanismos adicionales como mutaciones e intercambios de genes pueden acrecentar la resistencia.
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