20 de febrero de 2010

Capítulo IV. Robert Koch. la lucha contra la muerte

Capítulo IV. Robert Koch. La lucha contra la muerte

Robert Koch estudió medicina en la Universidad de Gotinga en 1860 y 1870, fue un alemán miope. Contrajo matrimonio con Emma Frantz, quien sugirió que se estableciese en Alemania para el ejercicio de su profesión.
Cuando Koch llegó a Wollstein en la Prusia Oriental, da lugar al festejo de su vigésimo octavo aniversario, siendo regalo de Frau Koch un microscopio "para que se distrajera. Se encontraba algo molesto por la profesión de médico, ya que había enfermedades que carecían de cura, como la difteria. Koch pasaba noches manipulando su nuevo microscopio, mientras observaba gotas de sangre procedente de ovejas y vacas muertas de carbunco, enfermedad que preocupaba a los campesinos europeos. Con ello detectó unos bastoncitos cortos y poco numerosos.
Aún no sabía si estaban vivos o no, pero identificó la falta de ellos en animales sanos. Para comprobar la multiplicación de los bastoncitos contagió a ratones, que morían al ser infectados, pues todo su cuerpo daba señales de haber sido invadido por los intrusos.
Koch era autodidacta, pero pobre, por lo cual no tenía acceso a un laboratorio equipado. Sin embargo, para estar seguro que la razón de la muerte de los ratones eran los bastoncitos buscó que éstos se desarrollasen de forma aislada, para luego infectar al ratón y si moría, era porque son la causa del carbunco.
Descubrió así que un bastoncito da lugar a millones de ellos obstruyendo sus vasos sanguíneos, y habiendo aislado al microbio demostró que una determinada especie de microbios era la causa de una enfermedad definida, hecho de suma importancia para la humanidad, pues da a conocer que existen microbios por doquier que pueden causarnos diversas enfermedades. Sentó las bases para investigaciones enfocadas al estudio de enfermedades específicas, así como la búsqueda de curas, situación que se da años más tarde.
Koch siguió realizando experimentos que le permitieron concluir que esporas del microbio aparecen en animales muertos cuando se conservan calientes. Realizó una demostración experimental donde sugirió que los animales muertos deben ser quemados o enterrados profundamente.
Para 1880 fue llamado de Breslau, para formar parte del Departamento Imperial de Sanidad, lugar donde fue provisto de un laboratorio. Posteriormente, Koch casualmente observó en una patata cocida manchas de diversos colores, y determinó que cada una de ellas correspondía a diferentes especies microbianas, hallando así una forma audaz de cultivar puros los microbios.
Cabe destacar que cuando este hombre daba a conocer sus observaciones se adelantaba a las objeciones que pudieran hacerle y refutarlas de antemano. Después de dar a conocer esto a Virchow y no haber sido tomado en serio por éste se dio a la tarea de buscar el microbio de la tuberculosis. Con la paciencia metódica que lo distinguía utilizó partes de cuerpo de muertos y con un tinte azul dio con unos bacilos tenues y encorvados.
Koch inventó el queso sanguíneo con el cual cultivó, al cabo de quince días, unas motas brillantes que eran los bastoncitos retorcidos, propios de un enfermo de tuberculosis. Pero para estar seguro inoculó diversos animales, y para comprobar su teoría respecto a que pueden ser obtenidos mediante inhalación sometió a una "lluvia" de bacilos, demostrando tal cosa.
En 1882 salió a la luz que Koch había descubierto el microbio de la tuberculosis, con lo cual ganó admiradores y adeptos que querían aprender de él, cosa que no le agradaba.
Posteriormente surgió el problema del cólera, fue en ese momento que dio comienzo una lucha entre Koch y Pasteur. Éste descubrió que el bacilo sólo se desarrolla en el intestino del hombre y en aguas muy contaminadas.
En definitiva, Koch demostró que los distintos microbios son causantes de determinadas enfermedades, lo cual representaba un avance de suma importancia en el mundo científico.




Bibliografía:

Kruif, Paul de (2008). Capítulo IV. Roberto Koch. La lucha contra
la muerte. En Los cazadores de microbios. Ediciones
Leyenda, México, pp. 50-89

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