Educadores totales
Los autores sostienen la necesidad de reconocer al maestro como una persona que difiere del resto de sus colegas, de ahí que las propuestas de actualización en muchas ocasiones sean ajenas a sus intereses y necesidades, toda vez que el maestro es ignorado en el diseño de nuevas propuestas, sin tomar en consideración los conocimientos que tiene, así como la experiencia que da cuenta de ciertas propuestas fallidas, poco adaptables al aula, lo cual genera escepticismo hacia lo nuevo.
Finalmente es el maestro el que se encarga de concretar las nuevas propuestas en el aula, y es en ese momento cuando interviene su capacidad para tomar decisiones sobre la conveniencia de hacerlo, pues es consciente de la influencia que tiene en la vida y desarrollo del alumno, y por supuesto hay que reconocer que en ocasiones no hay voluntad por parte del maestro o bien, los cursos de actualización en cascada no surten los efectos esperados, máxime si los investigadores proponen sin considerar el contexto al que se aplica.
Es por ello que creo necesario un cambio de actitud hacia lo nuevo, por supuesto es respetable el escepticismo, siempre lo será, y un nuevo modelo nunca terminará de sustituir al anterior, es parte de nuestra experiencia previa, en lo personal los únicos referentes de enseñanza que tengo son de mis maestros de educación básica, media superior y superior, que me permiten discriminar en lo que puedo o no hacer, aunque ello poco se adapte a los enfoques.
Bien dicen los autores que el maestro creativo encontrará la forma de adaptar los lineamientos a sus propósitos o contexto social y cultural.
Escuelas totales
Hablar del individualismo en las escuelas es muy común, hablar de trabajo colegiado no lo es, y ello resta oportunidades de mejora, en el sentido de observar la forma en que trabajamos y cómo lo hacen los demás, qué elementos podemos retomar o cuáles no deberíamos llevar al aula. Aunque ello implica superar factores que impiden el intercambio de experiencias entre docentes.
El docente debe reconocer que no es absoluto, retomar la posibilidad de pedir ayuda a quienes tienen experiencia en el tratamiento de situaciones particulares. Ello parte de tomar a la enseñanza como una tarea difícil donde se requiere de un trabajo conjunto, una unidad que tiene un objetivo común. El hecho de escuchar las formas en que un compañero resuelve un problema brinda pautas de seguridad y confianza, pues percibe el respaldo de sus colegas.
Al parecer las culturas del trabajo en equipo sí consideran al docente como persona, permiten salir del aislamiento y lograr un cambio positivo. Se valora no sólo al individuo sino también al colectivo en sí, las aportaciones individuales son reconocidas al interior y los logros obtenidos son fruto de un trabajo conjunto.
En definitiva, el trabajo cooperativo es parte de una propuesta de mejora, donde individuos con un objetivo común analizan las ideas existentes sobre las prácticas, así como la búsqueda de alternativas de solución, en este sentido, el maestro sí es tomado en cuenta para la aplicación de propuestas innovadoras.
Fullan, Michael y Hargreaves, Andy (2000). La escuela
que queremos. Los objetivos por los que vale la pena luchar.
Segunda edición. México, SEP
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