El texto presenta algunas reflexiones acerca de la concepción de la educación, tomando como referencia a los tlamatinime o sabios nahuas. Los textos fueron recogidos por Olmos (testimonios de huehuetlatolli o pláticas de los viejos) y Sahún (palabras de los indios en Tepeculco).
Así, el punto de partida para el concepto náhuatl de la educación es la persona con “rostro y corazón”, pues simboliza la fisonomía moral y principio dinámico de todo ser humano. Al corazón le atribuían el dinamismo de la voluntad y la concentración máxima de la vida. Es decir, alguien que no era dueño de un rostro y un corazón no podía considerarse un autentico hombre maduro (omácic oquichtli). Aunado al rostro y corazón, está el rostro sabio y corazón firme como la piedra, haciéndose notar que habían recibido la influencia de la educación náhuatl. En síntesis a este punto, podemos decir, que quiere darnos a entender que, ser dueño de un rostro y corazón es estar educado.
Asimismo, dentro de la educación náhuatl resulta el papel del Temachtiani o maestro, quien tenia las siguientes funciones según la traducción de los términos nahuas:
a) Hacer que los educadnos tomen una cara o rostro.
b) Otorgar sabiduría a los demás
c) Hacerlos cuerdos y cuidadosos en sus actos
d) Humanizar a la gente
e) Hacer fuertes los corazones
Cabe destacar que como parte central de la educación los estudiantes recibían la Ixtlamachiliztli náhuatl o “la acción que da sabiduría a los rostros ajenos”.
El texto nos muestra una serie de ejemplos, como el sumo sacerdote (titulo de Quetzalcoátl), el artista de los trabajos de plumeria (amantécatl), los comerciantes (pachtecas) y el varón maduro (omácic oquichtli), donde se les atribuyen características similares, tales como poseer o ser dueño de un rostro sabio que sabe hacerlas cosas (válgase la redundancia) y un corazón recto y firme como la piedra, lo cual se traduce en lo que los temachtianis debían adjudicar a sus alumnos.
En cuanto a la formación de rostros sabios y corazones firmes, destaca que, los educandos realizaban ciertos trabajos, para fomentar en ellos el sentido de la obligación y responsabilidad, y tener como finalidad la firmeza de la voluntad o el corazón, según los nahuas. En lo que refiere a la enseñanza intelectual de los Calmécac (formar rostros sabios) se presentaban los cantares con sentido religioso y filosófico.
Un punto contrastante es lo que el Telpochcalli enseñaba, esto era el desarrollo de habilidades del joven par la guerra y la caza.
En síntesis, el concepto náhuatl de la educación se traduce en “la acción que da sabiduría a los rostros ajenos”.
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